Rodeado por una alta verja de metal, las instalaciones del centro se levantan como una amenaza para todo aquel perturbado que deambule por la ciudad. Silencioso y tétrico, el Santa Helena es una sombra que opaca el sol, y una nube de miedo para el desgraciado que posea una invitación.
Fruto de sucesivos procesos de repoblación, el bosque de robles de Silentburgh norte constituye uno de sus mayores atractivos naturales.
Cerca de doscientas hectáreas de terreno, casi ajeno a la influencia humana, y una reserva natural en su seno.
La Estación Norte es la única puerta de entrada a la ciudad. Desde medianoche en adelante, cada seis horas, un nuevo tren hace su entrada en Silentburgh, transportando distraídamente caras nuevas.