Algo manchada de barro, y aún relamiéndose las comisuras de los labios, Lily Green termina de cubrir un hoyo, en algún lugar recóndito del Bosque de Silentburgh, lo suficiéntemente profundo y lejano a su caravana como para evitar levantar sospechas.
Satisfecha, ultima su trabajo y se encamina hacia su vivienda, tarareando una melodía desafinada. Sonríe.
Al fin y al cabo, se lo merecía. Estaba recogiendo setas cuando le vio, al muy cabrón, tratando de encender una hoguera. Pero no una de esas para iluminarse y no pasar frío, no es que estuviera perdido, no. La estaba encendiendo de forma estratégica, para provocar un incendio. Lily conocía a esos tipos, y estaba harta de ellos. Dueños de inmobiliarias, que se aseguraban unos cuantos "incendios accidentales" que les procuraran un terreno limpio donde construír sus malditas urbanizaciones capitalistas.
Pero no iban a salirse con la suya, no al menos estando ella allí.
Por fin llega a la caravana. Guarda la pala, enciende el tocadiscos y sale fuera, a cuidar de sus plantitas antes de que se haga de día.