La madera de los botes se pudre con el tiempo. El muelle fantasma silba entre las tablas, y las velas descansan en cubierta. Un cartel de latón indica "Dock of the Bay".
El Muelle solía ser un parque de atracciones. Ahora flota a la interperie sobre madera y sal bajo el yugo de metal y cuero de las bandas punks locales. Fruto de la infancia perdida de la generación X, su óxido y engranajes chirriantes alimentan los sueños más retorcidos.