¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.



 
ÍndiceÚltimas imágenesBuscarRegistrarseConectarse
Todo usuario debe enviar un MP con su nombre real a la administración, para así llevar un cierto control sobre los personajes.
Antes que nada, que NADA, leerse TODA la información.

 

 Oraciones en el Altar de la Carne

Ir abajo 
2 participantes
AutorMensaje
Renné Kean

Renné Kean


Mensajes : 14
Contactos : 0
Fecha de inscripción : 28/07/2010

Ficha de personaje
Afiliación:
Clan/Credo:
Salud: Como nuevo

Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 6:20 pm

El maliciento y raído manto de la noche cubría la ciudad, envolviéndola en sombras tenebrosas y silencios cargados de paranoias delirantes bajo las tímidas luces de las farolas. Las calles estaban desiertas, invadidas por el humo que salía y se concentraba en densos jirones de niebla pestilente por la humedad del aire desde las cloacas bajo el asfalto. La noche se teñía de columnas nauseabundas y neones de color rojo intenso, indicando a todos los ciudadanos que había llegado la hora de escuchar sus instintos más primitivos. El Barrio Rojo no podía estar más vivo: hombres hambrientos de carne caminaban por las calles con una mirada enfermiza en los ojos, avanzando como autómatas en busca de su droga diaria; putas vestidas a duras penas que perseguían a cualquiera con el único fin de poder pagarse la dosis de mierda; escaparates donde mujeres en ropa interior se mostraban como carne fresca.

Escondido al fondo de una amplia calle sin salida, el rótulo luminoso del Nice Scrub brillaba como un faro para los perdidos que buscaban consuelo tras sus puertas. Junto a la puerta de metal, pesada y contundente, dos gigantes enfundados en trajes oscuros permitían el paso con gesto adusto, siempre atentos al ruido del interior por su era necesario sacar la mierda. Dentro el mundo dejaba de ser un lugar lúgubre y triste para convertirse en un Edén regido por el alcohol y la lascivia. Diversas tarimas y pasarelas se extendían hasta el centro del local, rodeadas de mesas y sillas que permitieran ver el espectáculo desde un ángulo más interesante; al otro lado de las tarimas, se situaba la barra, donde las camareras se presentaban antes los atónitos ojos de los clientes vestidas de negro, con cuero o diminutas prendas de encajes; antre las tarimas y la barra, estaban las escaleras hacia el Cielo, donde nadie pasaba sin pagar la cuota.
La gente comenzaba a llenar el local, donde la música estridente ensordecía los pensamientos de toda aquella pervertida congregación.

Tras el telón, la música era muy distinta.

Luces tililantes escondían entre sombras los rostros de las almas condenadas, ocultando sus miserias bajo carmín; sobreponiéndose a sí mismas enfundadas en trajes que la razón no osaría vestir. El camerino era lo más parecido a un sagrario para las chicas que trabajan en el Infierno del Nice Scrub: nadie entraba allí, salvo ellas, el único lugar donde estaban seguras. Pronto serían devoradas.

Renné se encontraba frente al espejo, mientras ocultaba bajo el maquillaje todo su desprecio. Sombra negra sobre los párpados, carmín rojo intenso en los labios y un poco de brillo para hacrlos apetecibles; se había hecho un recogido en el pelo sencillo de deshacer en mitad de todo el alboroto y un conjunto de color negro; se enfundó unos tacones de vértigo en los pies, sólo faltaba convencerse de que aquello sólo era para sobrevivir, nada más. No era pasión, era obligación. Un último vistazo al espejo. Descubrió a una mujer pálida, de mirada intensa y labios sangrientos, determinada a ser más fuerte que los demás.

-Cariño, Cassey ha terminado... Exalta el local, cielo y nos llevaremos una buena paga extra esta noche. Suerte.

Chantal siempre estaba atenta a todas, esperando el momento de quitar a una y meter a otra, vigilando tras el telón por si las cosas se torcían. La puerta se quedó abierta tras la intrusión de Chantal, mostrando el camino de brasas hasta las puertas del Edén.




(Post Abierto para todos los miembros del foro que deseen intervenir)
Volver arriba Ir abajo
Enzo Aprile

Enzo Aprile


Mensajes : 3
Contactos : 0
Fecha de inscripción : 14/08/2010

Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Re: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitimeDom Ago 15, 2010 2:42 pm

Aprile sonrió mientras encendía un cigarrillo del tamaño de una jabalina. Se encontraba cómodo en el reservado. Una cámara colocada justo encima del portón enfocaba al telón; el escenario se veía reflejado en panorámica dentro de la caja de galletas, una televisor japonés de 82 pulgadas.

Dirigió la vista a uno de sus subordinados, un armario de metro noventa y cara de carnicero, un tal Buccari o Boccari, preguntándole por Chantal. Chantal era la encargada del Scub, una mujer más bien insípida. En cierta medida le repugnaba, aunque respondía bien en el trabajo. Todo lo bien que se puede responder después de comer las migajas.

La decoración del habitáculo era pomposa y recargada. Dicho lugar consistía en una sala rectangular, ubicada en el ala oeste del Scrub, justo encima de las habitaciones del piso inferior. Contaba con un pequeño bar, una mesa de billar francés, varios monitores de televisión (la caja de galletas ocupaba un lugar preferente), un pequeño jacuzzi y una cama con dosel escarlata y forma de corazón.
Bastante sórdido, en definitiva.

- Está con las chicas, jefe-
respondió el tal Buccari,o Boccari, o como fuere.

- Claro. Escucha, muchacho. Llámala. No, mejor. Llama a la última que ha bailado, la zorrita rubia.

- Cassey, jefe.

- ¿De veras crees que me interesa su partida de nacimiento? Mueve el culo, preciosa, o me haré un piano con tus dientes antes de que puedas pronunciar "tarantella".

- Voy corriendo, Don Aprile.

- Así me gusta, cariño. A próposito, ¿es Buccari o Boccari?.

- Beccaria, señor.

- Ay, joder. Piérdete.

El Don de Silentburgh se regodeó ante el paso amedrentado de aquel gladiador. Con suficientes de los grandes, se puede comprar hasta el terror de un hombre. Un terror húmedo que hiede a falso respeto, pero terror, al fin y al cabo.

* * *

- Oh, ven aquí, acércate, sin miedo.

Cassey era una preciosidad rubia, de ojos caninos y límpidos y llorosos y hambrientos. Podría haber disimulado un poco sus desórdenes alimenticios si soliera vestir una ropa más abundante que la que el uniforme le imponía. Tenía la lengua muy roja, los labios muy carnosos, los dientes muy grandes y las encías muy escurridizas.

- Lo has hecho muy bien ahí fuera, muy muy bien. Al tio Enzo le gusta que sus niñas pongan toda su alma en el baile, porque al tio Enzo le gusta deleitarse viendo arte mientras toma un gimlet. ¿Quieres una copa, cariño?.

La muñequita asintió de forma mecánica, como si un resorte propulsase su cabecita hacia delante, confiando en que la fuerza motriz del impulso fuera a colocarla, tarde o temprano, en su ubicación original.

- ¿Acaso no se te paga bien, mi amor? ¿No tienes dinero para pagar ni una triste copa?... Oh, por supuesto. Estás tan desnudita que no llevas puesto ni un bolsillo. ¿Dónde guardas tus tampones, la mia cagna? ¿Sudas mucho? Me pone muy cachondo que una muñequita sude... Me entran ganas de lamer sus axilas y recorrer con mi lengua cada uno de sus orificios, aspirando ese hedor común a las mujeres y a las perras. Ven, ven aquí.

Acto seguido, Aprile comenzó a bajarse la bragueta. Hurgó en el interior de sus pantalones de diseño, girando las muñecas como un buscador de oro remueve un tamiz, y sacó un pene grueso y oleoso.

- Gánate el pan.

* * *

Apoyó su nuca contra el respaldo de la butaca de piel. Sentía como aquella joven, Cassey, afilaba su carnal estilete italiano. Dirigió la vista hacia abajo, lo suficiente como para ver la raya del cabello de aquella esclava sin alma. Se planteó que tipo de jugarreta le haría, antes de que saliera por aquella puerta. Podía meterle un par de billetes en la boca y preguntarle si el sabor le resultaba familiar. Si, no era mala idea.

Agarró el mando de la caja de galletas. El escenario estaba vacío. En cuando la siguiente joven comenzase a bailar, subiría el volumen. Si Cassey se portaba como una niña buena, pediría la llave de una de las habitaciones. En caso contrario, la echaría con cartas destempladas y se plantearía un recorte de plantilla. Solo carnaza.

Sentía curiosidad. La siguiente bailarina se estaba retrasando. Si daba la talla, ¿quién sabe?.

Podía ser el postre.
Volver arriba Ir abajo
Renné Kean

Renné Kean


Mensajes : 14
Contactos : 0
Fecha de inscripción : 28/07/2010

Ficha de personaje
Afiliación:
Clan/Credo:
Salud: Como nuevo

Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Re: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitimeLun Ago 16, 2010 2:03 am

Nunca era demasiado pronto, ni suficiente la ajada letanía que se repetía una y otra vez, convenciéndose a sí misma de aquel repulsivo acto sólo era un papel de un par de frases y volvería a vivir en sombras. Las sombras nunca eran demasiado densas como para medrar su voluntad, ni las manos los suficientemente largas como para alcanzar la copa de néctar. Respiró hondo una vez, varias en total hasta que el latido de su corazón se volvió silencioso a su propio temor y su cuerpo se veía inspirado por algo más firme que sus ansias de libertad.

No existen caras no hay voces, ni manos que puedan tocarte, Renné; no hay monstruos bajo la cama ni basura bajo la alfombra que debas temer. No existe Dios, ni demonios que te hielen la sangre.

Suspiró con determinación.

Las luces se atenuaron con las primeras notas candentes de la melodía, un ritmo lento y pesado tildado de distantes contundencias metálicas similares a golpes sobre bidones de acero. Los focos cambiaron a un tono azulado impregnando de un aire frío la pasarela mientras la música se tornaba más pesada más contundente y una voz grave entonaba palabras distantes y extendidas en un tiempo. Cuando las plegarias de aquella composición rompieron en un grito ardiente y desaforado, sobre el altar más profano apareció la visión más esperada en toda la noche: una sirena de alabastro envuelta en cuero de carne trémula y mirada desafiante.

Su cuerpo se movía con cada golpe latente de música, deslizando el deseo de los hambrientos hasta el umbral de la desesperación con cada paso imponente de sus torneadas piernas; provocando oleadas de gutural excitación cuando ofrecía una mirada de desdén hacia los ojos desencajados y dejaba que un billete se colase en su sosten; alaridos de locura meintras su cuerpo se valanceaba sobre la barra vertical y por su piel resbalaban perlas de brillante sudor. Las puertas del Abismo se abrieron cuando, en un gesto de rabia desató su oscura melena y de un grácil movimiento se engachó sobre la barra, cayéndo lentamente mientras la música moría y la oscuridad se hacía sobre la horda de balbuceantes monstruos hambrientos. Al final, sólo se oía un tenue jadeo provocado por el cansancio y tras eso, la sirena se perdió tras el telón de terciopelo.
Volver arriba Ir abajo
Enzo Aprile

Enzo Aprile


Mensajes : 3
Contactos : 0
Fecha de inscripción : 14/08/2010

Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Re: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitimeMar Ago 17, 2010 2:14 pm

Enzo se la sacudió un par de veces dentro de la boca de la rubia Cassey. Una vez se sintió más limpio, decidió largar a la gogó con cartas destempladas. Había visto algo en la última bailarina, algo escultural. Proporcinado y bello, pero salvaje.

Lamentó por unos instantes haber desperdiciado sus fuerzas con aquella rubia tan meliflua. Ni siquiera se la había chupado con ganas. Se la hubiera cargado allí mismo, si no fuera porque era un bien de la empresa. Los negocios son los negocios.

"- Buccari, entra-"

El guardaespaldas de anchos hombros entró con calma en la habitación. Enzo se giró en la butaca, poco a poco, para encararse con él.

"- Que feo está escuchar detrás de las puertas, Buccari. Es algo repulsivo."

"- No es eso, señor Aprile... No piense usted que yo..."

"- ¿Te he pedido que hables? Haz el favor de callarte, muerto de hambre. ¿Has traído a Chantal o no?"

"- Pasa, Chantal. Te llama el jefe."

La enjuta mujer entró en la habitación. Sus rasgos caballunos despertaban antipatía en el Don. Por esa razón, siempre se dirigía a ella mirando al techo. Era eficiente y discreta, y sus rasgos no debían interponerse en los negocios.

"- ¿ Como se llama esa mujercita, Chantal?"- preguntó, señalando el televisor.

"- Es Renné, lleva un tiempo por aquí."

"Vas a ser testigo de excepción, querida mía, de lo intrincado de los senderos que el destino puede tomar. Voy a lanzar un dolar al aire. Si sale Madison, cuarto presidente de nuestro hermoso país de libertad y oportunidades, la bailarina que aún está en el estrado vendrá aquí. Nos haremos muy amigos.

En caso contrario, si sale la Estatua de la Libertad, recibirá la recompensa de los grandes y los justos: un aumento."

Aprile lanza la moneda al aire. Estatua.

Su gesto se desdibuja en una máscara circunspecta.

"- Cuando termine, hazla venir."- afirmó, dirigiéndose a Chantal y contemplando, involuntariamente, aquel rostro que tanto le desagradaba.
Volver arriba Ir abajo
Renné Kean

Renné Kean


Mensajes : 14
Contactos : 0
Fecha de inscripción : 28/07/2010

Ficha de personaje
Afiliación:
Clan/Credo:
Salud: Como nuevo

Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Re: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitimeMar Ago 17, 2010 3:24 pm

Sabía que la noche iba a ser movida: desde que regresase al camerino no había dejado de oír a todos esos bastardos gritar como posesos, llamándola. Si alguno pensó en lo más recóndito de su pequeño cerebro que iba a volver a salir, se llevarían una gran decepción; su turno en el atar había terminado y nada del mundo la haría poner un pie otra vez allí.

Lejos del jaleo, bien segura tras la puerta del camerino, Renné se preparaba para aguantar el resto de su jornada detrás de la barra. Se había cambiado de ropa, substituyendo el conjunto interior por una falda avolantada a mitad del muslo de color negro junto con un corsé de satén adornado por lazos y cintas de cuero también negro. Se limpió la cara de sudor y restos de maquillaje para volver a retocarse un poco menos profusa. Sobre la mesa, estaban los 45 dólares que había sacado de su ropa interior y los guardó en su bolsa con tranquilidad.

La puerta se abrió sin hacer demasiado ruido. Chantal apareció con gesto serio bajo el marco.

-Cariño, ven conmigo. Alguien quiere verte -anunció con parquedad-.

No estaba muy segura sobre lo que debía pensar de todo aquello, a fin de cuentas, aunque Chantal fuera su "jefa" no se fiaba de ella lo más mínimo. Todo el mundo tenía alguien por encima con un látigo en la mano e intenciones poco claras. No vislumbraba nada en Chantal que pudiera darle alguna indicación, aunque estaba muy claro que ella no estaba muy satisfecha con el arreglo.

Si es necesario, Renné, recuérdale que no vas a bajarte las bragas ni por un cheque con muchos ceros. Esto no es algo que puedas transigir.

Con gesto tranquilo y firme, la mujer de cabello negro se puso en pie. Se ajustó bien la ropa sobre sus caderas y tras lanzar una última mirada al espejo, comenzó a avanzar hacia la salida seguida por una silenciosa Chantal. Salieron al salón principal evitando llamar la atención sobre los clientes; por suerte, otra de las chicas ya estaba en la pasarela, aunque el jaleo no había desaparecido del todo. Con una mano sobre el brazo, Chantal la guió hasta las escaleras situadas junto a la barra del bar. Las mismas que conducían a la zona "vip".

Un escalofrío azotó la espalda de Renné.

-Chantal... ¿Qué pasa? Normalmente no subimos aquí por nada y... -le clavó la mirada, acusadora; si le estaba haciendo una encerrona, posiblemente tendrían que buscarse a otra que la substituyera-. Espero que no se te haya ocurrido la genial idea de venderme el culo.

-Cállate. Si estás aquí no es por idea mía -masculló más amarga que antes-. Si esto fuera mío, ten por seguro que no mantendría a nadie como tú por aquí. Las mujeres como tú traen más problemas de los necesarios .

No estaba muy segura de lo que sucedería, pero desde luego su relación con Chantal se iba vertiginosamente a la mierda. La parca mujer la condujo hasta la puerta de madera del final de un largo pasillo donde un mastodonte de metro noventa aguardaba.

-Beccaria, está es Renné. Abre la puerta.
Volver arriba Ir abajo
Contenido patrocinado





Oraciones en el Altar de la Carne Empty
MensajeTema: Re: Oraciones en el Altar de la Carne   Oraciones en el Altar de la Carne Icon_minitime

Volver arriba Ir abajo
 
Oraciones en el Altar de la Carne
Volver arriba 
Página 1 de 1.

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
 :: Barrio Rojo :: Nice Scrub-
Cambiar a: