Entró en la sala de exposiciones con el vestido negro de seda deambulando como un perfecto compañero sobre sus curvas cinceladas. Nunca enseñando demasiado, siempre en el límite entre el decoro y la insinuación. Siempre elegante. El cabello, suelto, sedoso, caía en rizos azabache perfectos sobre la espalda desnuda. Cuando había recorrido distraídamente todas las salas, ya había localizado cuatro posibles presas que deambulaban todavía entre los muros del lugar. Desafortunados noctámbulos. Aquella noche el juego sería diferente. Le apetecía un poco de teatro, alargar los días antes de dejar caer el péndulo sobre quien, finalmente, resultase escogido.
Se aburría. Y mucho.
Tenía que ser la chica discreta que busca una relación pasajera, no servía un hombre que le quitara la sensación de hambre y soledad, dos pájaros de un tiro, por una noche. Tenía que tener al menos una apariencia más domada que la de sus acostumbrados amantes (o cenas, o ambos, que más daba): Buscaba traje y corbata, y a ser posible, una cartera de Montblanc donde hubiera alguna identificación de una empresa. En el fondo de la sala, dos hombres contemplaban un cuadro impresionista mientras comentaban algo soberanamente aburrido sobre un trato de una empresa. El que estaba de cara a ella llevaba una pluma de plata en el bolsillo del traje. No llevaba corbata, sino que tenía descordada la camisa de sastre y tela fina a la altura del cuello, mostrando una piel suave y un amago de pectorales. Elissabetha se sonrió y exhaló con un sombra de leopardo en la mirada. El otro hombre se volvió a ver que estaba mirando su acompañante, que se había enredado en los tobillos de la mujer. Ella sonrió al primero y se volvió sobre sus tacones, marchándose a otra sala. Dos minutos después estaba mirando felina a su nuevo acompañante de la noche.
“Joana Treshold... Así que cantante, ¿Eh? ¿Y dices que mañana tienes un recital?”
“Así es.” Dijo ella con una sonrisa breve.
“Pues para ser sincero, cuesta de creer. Tan joven...” Dijo él, mirándola con una sonrisa. “¿Qué tienes? ¿Veinte? Yo soy director de una revista de moda, y tenemos una sección dedicada al arte contemporáneo, das el perfil de nuestras lectoras. Joven, guapa e inteligente.”
“Gracias, ¿Eso lo ha visto en mi tarjeta de visita o simplemente intenta que suba a su casa luego?”
Risas. La mosca estaba en la telaraña y ya asomaban los caninos por debajo de la piel de cordero.