La lechuza y el murciélago

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La sombría figura aguardaba en la entrada, invulnerable, distanciada, esperando la señal que le permitiese avanzar al interior del teatro.
Aguardó unos minutos, cercionándose de no violar la intimidad del vampiro.
Finalmente, entró con lentitud y delicadeza a la estancia, asegurándose de resultar visible y amigo para los ojos escondidos.
Se hundió en el teatro unos cuantos metros más, sintiendo con levedad el inmotizante aroma de la sangre. El organismo del vampiro se activó, haciendole más consciente de todo cuanto le rodeaba. Poco a poco, las sombras revelaron las siluetas, y poco después las formas que estas definían. La oscuridad se hacía cada vez más transparente, llegando a un punto en el que casi no había secretos para V.F..

Frenó de pleno sus instintos de avanzar hacia la carne, recordándose su posición de invitado no llamado.
Alzando la voz, Vincent anunció:
Maestro de la sombra, hermano del Sabbat, no represento ninguna amenaza pues yo, al igual que tú, también soy un enemigo de la camarilla. Muestrate ante mí, y permíteme conocer a otro hermano de la no-muerte.

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Oh hermano, no digas más, si quizás imprevista tu visita, siempre es un placer encontrar un compañero de sangre; pero por favor, no permanezcas más en un recibidor tan frío; por favor pasa al graderío y disfruta de mi modesta pero cálida vivienda, te espero en el escenario, corazón de este lugar, pues sería una deshonra recibir a un amigo en lugar distinto del más importante de mi morada.

Con esas palabras aún resonando, Vincent avanzó como la sombra le indicaba, sin escatimar en etiqueta y modales.

Cruzó las gradas con paso firme, adentrandose en el interior del tenuemente iluminado teatro.
La puerta, tras de sí, se cerró emitiendo el mismo crujido que había hecho al abrirse, terminando en un amortiguado impacto contra el cerco de la misma.

Vincent, sin inmutarse, terminó de cruzar la distancia que le separaba del lasombra, observandole con cuidado conforme se iba acercando.
La silueta reflejaba tranquilidad y porte, soberanía y control, alzado sobre el resto de elementos que conformaba la estancia.
Unos pocos pasos más, y finalmente se encontró frente al anfitrión, aún separados por la altura que entre las gradas y el escenario había.
Vincent sabía mucho sobre etiqueta y modales, y estaba seguro de que unos pocos movimientos bien encaminados le permitirían un mejor recivimiento.
Alzando la cabeza y mirando directamente a los ojos, V.F. se quitó el sombrero y se inclinó levemente, con cortesía y educación.

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Louis al percibir también ese olor evocó rápidamente multitud de imágenes en su cabeza, una ola de recuerdos que enseguida traspasaron las horas pasadas en que se había acostado con la mujer que descansaba en el nicho bajo el suelo que pisaban y empezó a rememorar todas aquellas semejantes a ella que ya había devorado. Había de intentar salvar a esta, aunque sólo fuera a esta, no había podido hacer nada por su mujer ni por ninguna de las otras, pero ésta era una nueva oportunidad de demostrarse superior al destino. Observó entonces a Vincent con un silencio apesadumbrado, después de todo no conocía su pasado ni su conducta como predador, y trataría de anteponerse a su reacción si ésta era agresiva de algún tipo; esperando que la sangre bebida hubiese calmado su apetito y el rastro de olor sólo le diera lugar a una ronda de incómodas preguntas.

Tras un momento de rotundo silencio, Louis acertó.

-Disculpa por favor mi curiosidad pero, he de preguntarte sobre la muchacha que guardas bajo el escenario.

Vincent, tras refrenar sus instintos asesinos había inspeccionado la mente de su anfitrión mediante sus técnicas de auspex en busca de alguna respuesta.
Louis se sintió fatigado, claramente los instintos de su invitado le habían llevado a violar su mente, los Tzmiezce, después de todo, hacían gala a su apodo de demonios según su opinión; ahora sería inevitable dar alguna explicación:

-Sí, la chica después de todo es parte del asunto al que me refiero tal y como está planteado el mundo, los vampiros tenemos que recurrir a veces a métodos tan bajos como la seducción para granjearnos un ganado estable del que alimentarnos. ¿Acaso seducir a una mortal no debería ser mi capricho y sólo eso, en vez de un método para mi sustento?
- Enfatizó con voz casi teatral - Por esta clase de cosas impero que hay que cambiar las cosas en esta ciudad, para que un pobre vampiro no tenga que sentirse humillado en su propia casa ante un invitado.
Louis cruzó los dedos para que media mentira y su cambio de tema surtieran efecto.

Vincent sabía que había violado la intimidad del lasombra, y sabía también que debía disculparse inmediatamente.
-Discúlpeme, entenderá que no es fácil enfrentarse a los instintos.
-No, discúlpeme a mí por haberle mantenido oculto un detalle como éste, sencillamente no lo consideré necesario, ahora veo fue un error; No obstante, ya sabe lo incómodo que puede llegar a ser sentirse escudriñado por dentro, si lo prefiere podemos salir al fresco donde no se acumule el olor de la comida y perdone no le ofrezca más sangre, pero no dispongo de más, cuando nos despidamos le indicaré buenos lugares para cazar en la ciudad, o si lo prefiere, buenos lugares donde encontrar presas de algún tipo específico.
-Oh, por supuesto. No pretendo ser molestia. Espero que no le importe que reponga su cosecha.
-No, en absoluto es una molestia, pero yo mismo necesito despejarme, en cuanto a lo otro, jamás le desdeñaría un regalo pero la botella que le he ofrecido ha sido hospitalidad, sencillamente es que no soy demasiado previsor y no suelo guardar reservas casi nunca, no quiero que se sienta en deuda de ningún tipo.

Cuando se incorporaron para salir a la calle ambos se dieron cuenta de que los apoya brazos de la silla de Louis tenían grabados en la madera la marca de sus dedos apretados contra ella, claramente el anfitrión había pasado por un momento más tenso de lo que había logrado aparentar. No obstante, trataron de hacer caso omiso al detalle.

Ya en el exterior, el viento de la madrugada cruzaba calles y esquinas, esquivando suavemente a los dos transeúntes autóctonos de la noche.
Se encaminaron por una de las calles, pasando de esa a la siguiente mientras Renard ilustraba a Vincent sobre los cotos de caza más propicios de la ciudad.

-Perdona que te interrumpa, pero tengo una pregunta sobre un hecho reciente, a ver si tú tienes algo de información al respecto.
La noche de ayer encontraron en la estación de metro a una niña que había muerto desangrada. Está claro que ha sido un no-muerto el causante. ¿Sabes algo de ello?
-Justamente estaba oyendo la noticia cuando llegaste tú, más allá de eso no sé nada; mi coartada para esa noche no va más allá de mi palabra, estuve aquí revisando los guiones de la función de hoy, quería hacer algún que otro pequeño cambio. Si tuviera que jugarme el cuello se lo achacaría a alguno de los chiflados que seguro hay en esta ciudad, escondidos en refugios antinucleares o lugares así; o si no a una cucaracha que de horrible hasta su alma se haya corrompido o fuera un perturbado en vida.
Pero poco sé... ningún Sabbath llamaría la atención de una forma tan estúpida.-Carcajadas intencionadas- La camarilla no es capaz de controlar a sus propios perros... es hora de que los lobos tomen el control...
-Devolviendo las risas- Estoy de acuerdo. No obstante tendremos que andarnos con pies de plomo. El recurso fácil es pensar en que el enemigo está fuera de casa. No tardarán en echarnos la culpa de eso.
Según terminaba de decir esas palabras, unos gritos se escurrieron por entre los edificios.
Louis y Vincent se miraron sorprendidos, buscando alguna respuesta en el otro.
Más gritos irrumpieron en sus miradas, y ambos se encaminaron en su dirección, pendientes de todo cuanto les rodeaba.