Vampiro

Censo de vampiros.

NOMBRE:James Moriarty
EDAD:45

APARIENCIA:

Serio, alto, austero en expresión e indumentaria.
Pese a que fue mordido a los 45 años, su estado parece más avanzado (allá por los 55,60).
Su pelo es negro y sus ojos más grises que azules.

HISTORIA:

Moriarty fue un importante profesor de matemáticas, discreto y extremadamente inteligente que, a finales del siglo XIX, comenzó a conspirar contra el imperio británico. El desencadenante de esto fue un detective excepcionalmente audaz, capaz de resolver cualquier crimen. La presuposición de éste como el hombre más inteligente del mundo hizo que Moriarty crease de la nada el sindicato más importante del crimen organizado, esquivando repetidas veces al detective por excelencia.
De este modo, su imperio le fue forjando una experiencia y un nombre que no pasó desapercibido al mundo no-muerto, haciendo temblar al sistema dominado por Henry John Temple, primer ministro británico y príncipe de ese imperio. No tardó este Ventrue en tomar cartas en el asunto, haciendo que brigadas de Nosferatus recobraran cuanta información pudieran acerca de Moriarty y su paradero, para así, finalmente, convertirlo a la sangre azul.


PERSONALIDAD:

Seco, tajante, austero hasta en el habla.
No demuestra tener humor si no es para empatizar con alguien.
Solo muestra rasgos de su verdadera faceta con Henry John Temple, el sire que le inició.

ARQUETIPOS:

-Confabulador.
-Director.
-Solitario.

OCUPACIÓN:

Ejecutivo de la empresa farmacéutica NATURE SL, dirigida por Henry, en la cuál Moriarty encuentra la máscara bajo la protección de su sire.

PROPIEDADES:

-Una buena colección de trajes de gala, de estilo Victoriano la mayoría.
-Un piso propio en el Hotel Baltimore.
-Chofer y Mercedes S600 (propiedad de la empresa).
-Una petaca
-Una Derringuer modelo COP 357 de 4 cañones y 4 tiros, calibre .357 Magnum. (fue un regalo, prefiere las Derringuer de 2 cañones).

MÉRITOS:

-Concentración.
-Apático.
-Memoria fotográfica.

DEFECTOS:

-Exceso de confianza.
-Intolerancia.
-Odio.

Clan: Ventrue

Disciplinas:

Dominación: 5

Fortaleza:1

Presencia:1

Nombre: Fremont J. Zimmerman

Edad: 26 años

Apariencia: Alto y delgado, con pelo largo y rubio, sujeto en coleta, pero no siempre del todo. Ojos azules grisaceos, estructura osea facial un tanto marcada, pero no hasta un punto desagradable. Erguido, bastante estilizado.

Le gusta vestir con camisas, preferiblemente negras o de un tono verde muy oscuro, y pantalones vaqueros convencionales. No suele llevar pulseras, pendientes, collares ni nada por el estilo. Le gusta llevar gafas, pero le molestan, por lo que no suele llevarlas.

Serio en casi todo momento, muy pocas veces muestra cambios de actitud. Tiene un cierto aire que produce desconfianza.

Historia

Fremont J Zimmerman es un joven que nació en Tampa, Florida, y que a los 3 años se mudó con su madre a Alemania, tras la desaparición de su padre. Gracias a que su padre era americano y su madre alemana, Fremont tiene doble nacionalidad.

Vivió una vida normal y corriente, como cualquier otro chico de su edad, aunque mostraba bastante más interés de lo normal en aprender, especialmente en lo relacionado con el dibujo y, conforme iba creciendo, con la sociología y la psicología. Por ello, fue capaz de avanzar un curso, considerado por varios de sus profesores como un joven muy precoz.

Con 17 años, al terminar el bachiller de ciencias, dejó de lado la medicina y decidió estudiar artes, una vocación que siempre había tenido. No obstante, nada más comenzar su tercer año de carrera, empezó a estudiar psiquiatría también. Al terminar la carrera de artes, con 22 años, decidió pedir un traslado a Estados Unidos, a la ciudad de Nueva York, para seguir sus estudios psiquiátricos, donde a los 25 años estaba terminando su tesis doctoral.

Una semana después de entregar un borrador, el decano de la universidad le felicitó por el excelente trabajo que había hecho. Poco sabía Fremont acerca de quiénes más habían encontrado aquel borrador interesante. Un par de dias más tarde, cerca de las 2:00 am, Fermont salía de una tetería en la que había pasado una agradable velada consigo mismo. Mientras andaba por la calle, en dirección a su pequeño apartamento un hombre de altura media y algo enjuto, pero sorprendentemente imponente, le dirigió la palabra y le siguió, ofreciéndole una conversación bastante interesante.

Al poco de caminar, Fremont se dio cuenta de que el hombre les estaba llevando hacia un lugar oscuro y alejado de la multitud. Pero antes de que pudiese decir nada, el hombre se lanzó sobre el y le dio el mordisco que le llevaría al mundo de las tinieblas para siempre.

Fremont J. Zimmerman lleva un año siendo un vampiro, un Tremere con considerables aptitudes hacia el manejo del agua. Poco después de conocer y comprender la realidad de su naturaleza, fue enviado por su clan a la joven ciudad de Silentburgh, donde aún no hay colonias vampíricas importantes, pues ni siquiera tienen príncipe. Se le ha enviado con un alojamiento cerca del río Hesse, por propia protección y para desarrollar sus capacidades. Al ser un vampiro tan joven no tiene demasiados méritos, pero es medianamente respetado entre los Tremere, ya que Alfred William Thomas, el no muerto que le abrazó, es un vampiro de 9ª generación bastante admirado.

Personalidad: Un hombre peculiar, bastante solitario, muy serio y muy pensativo. No hablará demasiado, pero sí lo hará si cree que le beneficiará. Resulta un tanto siniestro, y no es aconsejable confiar plenamente en el, a menos que quien lo haga sea un superior Tremere.

Siente una cierta atracción hacia el arte, por lo que muestra más interés del deseado hacia los Toreador, algo mal visto entre sus compañeros y superiores.

Arquetipos:

Confabulador

Perfeccionista

Solitario

Ocupación: Alcualmente en paro, sólo investiga la ciudad para su clan. Recibe una cierta ayuda económica de los Tremere de Nueva York, pero no es especialmente cuantiosa.

Propiedades: Varios libros de psiquiatría, bolsas de agua caliente, una espada corta japonesa defensiva (wakizashi), unas gafas rectangulares de pasta fina, diversos tipos de ropa, ninguno demasiado estrafalario, y un amuleto para el cuello que nunca lleva puesto, recuerdo de su padre.

Méritos:

Concentración

Sentido agudo (vista)

Absorbente

Defectos:

Timidez

Odio

Curiosidad

Clan: Tremere

Disciplinas:

Auspex: 1

Dominación: 3

Taumaturgia: 3

- Principal: Senda de agua

-Secundaria: Senda de la tempestad

Nombre: Ezrebeth Covenant

Edad: 20

Apariencia : Ojos azul muy pálido con pupilas grandes. Labios gruesos, siempre perfilados con lápiz color ciruela. Levísima maloclusión dental. Piel muy blanca. Tiene un lunar debajo del pómulo derecho. Cejas picudas, altas, elocuentes. Melena entera y oscura. Acostumbra a llevar flequillo corto y redondo, al modo sesentero. Cuando prescinde del moldeado cae velado, lacio y espeso a ambos lados de su rostro oval. Constitución corporal de reloj de arena.

Entre su ropa abundan los vestidos con estampados de topos y flores, los pantalones cortos de tiro alto y los polos de Fred Perry. Los tacones le ayudan disimular unas piernas no muy largas.

Hace mohines teatrales cuando se disgusta. Su expresión habitual es cándida y benévola, con cierta afectación infantil. A solas, sin embargo, abandona esa pose y se muestra melancólica, inquieta y áspera.

Historia:

- Nace en Hartford, estado de Connecticut, en 1907. Pertenece a una familia descendiente de colonos del Mayflower. Su padre, neurólogo, es quien se ocupa de su educación. Su madre es una sufragista destacada en su comunidad que lucha por el reconocimiento de las prostitutas. Erzebeth se cría en un ambiente libre y tolerante que le genera un insaciable interés por la cultura. Un talento prístino para la pintura le hace cosechar éxito entre la sociedad acomodada, que reclama con avidez sus retratos. Tiene 16 años.
- Su hermano Tom se suicida a los 14 años ahorcándose en el madero de una puerta. El luctuoso ambiente de su hogar y su abrasadora aflicción personal precipita su decisión de casarse con Jeremy Nolte a los veinte años. De esta manera, abandona sus estudios de arte y dicción y se traslada a Boston, donde su prometido tiene una consulta psiquiátrica.
- En la noche de bodas, su marido muestra un interés inusitado por el cuello de Erzebeth. A la una de la mañana hiende los colmillos en su carótida. Le chupa la sangre hasta llevarla al delirium in extremis y después le ofrece su ancha muñeca para que su esposa beba de ella.
- Durante un mes, Nolte le enseña los rudimentos de su nueva existencia. La asiste en sus enajenaciones, convulsiones, y desmayos. Le enseña a alimentarse a expensas del personal del servicio. Al mes de su boda, Jeremy Nolte sale temprano de su casa para no volver jamás.
- Tras una serie de relaciones de cierta estabilidad que siempre terminan con láudano, correazos, mordiscos, expiaciones, sexo desalmado y rencor, Ezrebeth decide llevar una vida de castidad, con más o menos éxito.
- En 1990, Erzebeth se traslada a Silentburgh.

Personalidad:

La decoración de su amplio apartamento es vintage. Atesora numerosas joyas artísticas que ella misma ha restaurado. Posee una extraordinaria erudición en cuestiones de arte, historia y literatura. Considera su condición de no-muerto una condenación, aunque halló un gran beneficio cuando su miopía desapareció.

Es misántropa siempre que no esté enamorada. Se detesta a ella misma cuando no está enamorada. Histriónica, despreocupada y falsamente dulce en los círculos elitistas que frecuenta, en soledad es silenciosa, lúcida y resentida. La educación católica que recibió en su infancia le supone un agrio sufrimiento difícil de ignorar, una penitencia por su condición de maldita. En los estados de extrema tristeza escucha música destructiva, afloja su sempiterna sonrisa, y se pone a escribir o dibujar dejándose engullir por sombríos pensamientos, que normalmente son provocados por una culpabilidad lacerante. Sin embargo, siempre termina perdonándoselo todo para volver a pintarse los labios y embaucar a los humanos con su maquinal encanto.

Arquetipos:

Niño
mártir
Ansioso de emociones

Ocupación:

Es catedrática en Historia del Arte, pero no ejerce. Durante varias décadas presidiendo subastas, ahora se dedica a la restauración de pinturas. Su último trabajo fue La Madonna de las Arpías de Andrea del Sarto.

Propiedades: Unas gafas de sol Ray Ban Clubmaster. Infinidad de libros de arte de todas las corrientes, si bien puede apreciarse un mayor gusto por los siglos XIX y XX. Diccionarios de numerosas lenguas, entre los que los de latín y griego ocupan un lugar preferente. Colección de prismáticos de marfil. Un Bentley rojo.

Méritos y defectos:

- Méritos: Amor verdadero, sociable, soñador versátil.

- Defectos: Protegido, la lengua del bardo, desconectado del mundo.

Clan: Toreador


Disciplinas:

Auspex: 3
Celeridad: 1
Presencia: 3

Nombre: Eric Emhardt

Edad: 25 años

Apariencia: De pelo rubio y amplia frente, ojos azules y facciones muy bien definidas. Mide 1, 89 cm, posee hombros muy anchos, sus piernas y brazos son muy fuertes por lo que se puede ver que tiene muy buen estado físico.

Historia: Eric Emhardt hijo de padre y madre alemanes, desde su infancia se le vio interesado en el arte, dejo de lados sus estudios y a los 17 ya dedicaba tiempo completo a sus pinturas y esculturas, todos los consideraban alguien muy especial, pero todo lo que demostraba era solo una mentira, una pantalla, algo falso; Eric sufría de desordenes mentales , ataques de furia provocados por alucinaciones que su mente le creaba, logró ocultarlo hasta la edad de 20 años cuando un día decide escapar e irse con su locura para siempre, amaba demasiado a sus padres como para que se den cuenta del desdichado hijo que tenían, atrás quedarían sus días con su familia, los días gratos, las noches tibias que le otorgaba su hogar.
Su vida no fue fácil los próximos 5 años, viajaba de pueblo en pueblo, sobreviviendo con lo mínimo que lograba conseguir pero a pesar de todo lo que vivió, era feliz. A los 25 años se embarca en un navío con destino a América, ahí la vida del joven Eric Emhardt cambiaria por completo.
Eric piso tierras Americanas a las 17:30 horas de un día jueves, el día estaba nublado y se venia una gran tormenta, el viento soplaba con furia. No alcanzo a pasar la noche cuando Eric a lo lejos vio una silueta iluminada por las luces de una pequeña plaza, no se imaginaba lo que esta cuidad le tendría preparado, en ese instante se le presento un hombre alto, de pelo oscuro muy largo que emanaba una presencia nefasta, Eric sintió como todo su cuerpo se entumecía, tranzaron unas palabras y Eric lo siguió hacia un callejón, al final de este una gran casa, de estilo muy antiguo, entraron ahí.
Los días de Eric como mortal terminaron, en esa casa había recibido el abrazo, ahora comenzaría una nueva vida, una nueva etapa al servicio de los vampiros, seria un Malkavian más que recorrería las noches de silentburgh hasta el fin de los tiempos.
Eric abrió los ojos, la tormenta ahora golpeaba con todas sus fuerzas, vientos huracanados y lluvia torrencial rodeaban ahora la cuidad. Arthur Von Vaen había sido el vampiro responsable del abrazo que cambio la vida de Eric; tan enfermo como puede ser posible Arthur no sentía miedo ante nada, su mente estaba tan enferma, deformada, trastornada que hasta el mas terrible sufrimiento, tortura existente podría llegar a ser el mas grato estado que Arthur podía sentir.
Así, por 7 meses Eric fue instruido bajo la tutela de Arthur, le enseño todo lo necesario para poder sobrevivir en este, el nuevo hogar de Eric.

Personalidad: Muy siniestro, con una mirada falsa que esconde miles de facetas siniestras y enfermas capaz de crear temor en quien lo mire; le gusta salir de noche y vagar por Silentburgh.

Arquetipos. * Celebrante * Bizarro * Fanático

Ocupación: Cesante. Solo investiga la cuidad en beneficio de su Clan.

Propiedades: Posee unas gafas, regalo de su padre, varios abrigos negros, sombreros muy distintos y una casa en el centro de la cuidad.

Méritos: Equilibrio Perfecto-Políglota- Magnetismo Animal

Defectos: Intolerancia -Curiosidad- Alérgico

Clan: Malkavian

Disciplinas:

Dementacion: 3

Ofuscación: 3

Auspex: 1

*Eliminar*

NOMBRE: Vincent Frankeins Stoker

EDAD: 43

APARIENCIA:
Oscuro, alto, tenebroso, serio, con una mirada inquisitiva y una nariz común en todos sus rostros, V. F. representa no solo el miedo en la noche, sino el respeto y la dignidad de la más alta corte, expresada en cada movimiento y cada palabra.

Con una constitución física delgada y alargada, Vincent juega al terror con cualquiera que se cruce en su camino, luciendo una mano de dedos huesudos definidos por la silueta de un guante de cuero negro, a juego con el resto de su indumentaria, siempre sombría y azabache.

HISTORIA:
V.F. Stoker nació en el lecho de una adinerada familia de terratenientes del este de Rumanía, en el castillo en que cuatro generaciones de antepasados habitaron, sobre un risco a las orillas del Mar Negro. Curiosamente, no tiene ningún recuerdo de aquel lugar, pues antes de cumplir un año de vida tuvieron que huir de ahí cuando un brote de tuberculosis diezmó la población del pueblo que el castillo ensombrecía, volviendo a los supervivientes en su contra, acusándolos de brujería y de la maldición que sobre el pueblo se cernía.

Fueron así a parar a Beloye More, un pueblo de Rusia cercano a la frontera con Finlandia. Las razones fueron muchas, así como los problemas que supuso llegar hasta ahí. Con todo, dos años más tarde, finalmente se establecieron en un lujoso edificio que hacía las veces de vacuo recuerdo de lo que antaño tuvieron.

De este modo, y con el paso de los años el resto de la desvencijada familia fue poco a poco haciéndose con las propiedades que les circundaban al igual que habían hecho otros Frankeins allá por el sur de europa, muchos años atrás.

Esta situación de recuperación económica duró dos décadas, en las cuales Vincent, o como sus padres le llamaron, Vladimir, estudió ciencias técnicas y biológicas, marcando una tendencia irrefrenable al conocimiento científico sobre el artístico, y permitiendole marchar a la capital soviética (1937) a estudiar.

Unos años después, al comienzo de la 2ª Guerra Mundial, Vladimir fué elegido por el gobierno para trabajar en investigación, en un campo conocido como límite de las ciencias lógicas, aprendiendo año tras año sobre los novedosos descubrimientos que poco a poco se hacían públicos, asi como de otros tantos no eran tan famosos.

Estas investigaciones le llevaron a conocer los entresijos del desarrollo tecnológico nazi, trabajando codo con codo con Mengele en algunos de sus experimentos, y dirigiendo muchos otros al margen de los archivos.

Cuando finalmente la 2ª Guerra Mundial terminó, Vladimir incurrió de espía para distintos bandos, según la situación se terciase, desvelando códigos y haciendo contraespionaje hasta que, en el 61 huyó a estados unidos, cambiandose el nombre por Alfred Houston.

Con este prólogo a sus espaldas, Alfred entró como investigador de biotecnología en Standford, trabajo que le duró durante unos pocos años y le granjeó importantes contactos en dicha universidad, hasta que finalmente decidió aislarse por propia voluntad, harto de la gente y del ambiente coartado y obtuso que se respiraba, volviendo a su viejo hogar a la edad de 43.

Una vez allí, no solo encontró recuerdos oxidados y polvorientos de una infancia ya lejana, sino la muerte de sus familiares y la posterior resurrección del patrono Frankeins, ahora convertido a la doctrina del vampirismo del Sabbat.

No duró mucho la conversación tras la noticia: Alfred sintió como los colmillos del que en su dia fue su padre abría dos puñaladas en su cuello y sorbo a sorbo le iba succionando la vida. Después de eso, solo quedó angustia en su interior, como un eco de sentimiento que como el rescoldo, recordaba que una vez hubo algo más que vacio en su interior.
Dos noches después, un cuerpo se herguía de la tierra, alzandose un nuevo Tzimisce.

Así fue como, antaño Vladimir Frankeins, comenzó el sendero de la no-muerte, permitiendose vivir y conocer lo que muchos solo sueñan, y siquiera soñando con vivir igual que muchos.

Durante unos cuantos meses viajó por europa, conociendo a filósofos, científicos, y casi en igual medida, algunos vampiros desperdigados por el continente, hasta que, en en año 1996
consiguió apaciguar su mente agobiada y asimiló su papel en el mundo: con la inmortalidad de su lado, lo único que le separaba de la divinidad era el conocimiento; y con esta idea en la mente, realizó su último viaje hacia los Estados Unidos, y volviendose a cambiar el nombre definitivamente por Vincent Frankeins Stoker (en honor, tanto a su sangre como al del escritor cuya novela más famosa relata con fiel exactitud los princios que honran a un Tzimisce).
Ahora vive en Silentburgh, ciudad sin príncipe, en el hotel Macbeth, reformandolo a gran mansión, siempre bajo su supervisión.

PERSONALIDAD
A razón de los numerosos cambios políticos y sociales, asi como al contácto con grandes filósofos contemporáneos, y al hecho de su muerte y posterior renacimiento, V.F. es un hombre dotado de una gran amplitud de miras, profundo y complicado, y carente de prácticamente cualquier sentimiento, a menos eso sí, del interés por aprender, de cualquier cosa o persona. Busca recluirse en su mansión, o en calles nocturnas desocupadas, evitando a la gente y a todo aquello que le pueda molestar. Si bien es cierto también gusta, en ocasiones, de disfrutar de profundas e instructivas charlas con los pocos que considera aptos para entretenerse, y no para comer.
En cuanto a su sentido del humor, lo mejor sería decir que es "suyo".
Las características más importantes de este personaje son, sin duda, la búsqueda de conocimiento científico y su ímpetu en desarrollar una filosofía propia, desengañado de la herencia Nietzschiana, asi como de la mayoría de los filósofos derivados.

ARQUETIPOS:
-Confabulador
-Perfeccionista
-Solitario

OCUPACIÓN:
De día, al amanecer da instrucciones precisas sobre la reforma, durmiendo el resto de horas diurnas; de noche, del mismo modo se puede encerrar en el laboratorio, como puede hoyar las calles desocupadas de madrugada pensando el los más diversos temas, como, simplemente puede asistir a convenciones o quedar con alguien interesante. Al margen de esos días, las noches de caza gusta mucho de saborear la cena antes de llegar siquiera a probarla.

PROPIEDADES:
Con tierras en Dinamarca y Rumanía, Vincent no tiene problemas para adquirir aquello que necesite; además, la herencia familiar añade varios ceros al dinero disponible.
En plena restauración, el hotel Macbeth hará de orgullosa mansión para su señor, combinando estilo y seguridad a partes iguales, y con constantes especificaciones por parte de Vincent.
Así, y con el único fin de aprender, tiene en el sótano material de quirófano y de laboratorio, asi como dos ordenadores de alta potencia, uno base, en el sótano, y otro portátil, siempre a mano.
Posee un amplio bestuario, aunque siempre marcado por el negro.
Tiene además cuantiosos cachivaches de su "vida", como máquinas de descifrar, carpetas de sus antiguas investigaciones, un cuadro del castillo del risco, asi como de otros tantos familiares, tarros con la tierra del lugar que por primera vez llamó hogar, y demás recuerdos desperdigados por las habitaciones.
Alterna 2 tipos de brazos protésicos, y carece completamente de accesorios para bestir.
Posee un par de coches, uno discreto y otros llamativo, ambos de negro.

MERITOS:
-Apático
-Sentido agudo (oído)
-Aptitud informática

DEFECTOS:
-Timidez
-Curiosidad
-Manco

CLAN:
Tzimisce

DISCIPLINAS:
-Animalismo: 1
-Vicisitud: 3
-Auspex: 3

Nombre: Elissabetha Contarini

Edad física: 18

Apariencia : Tiene los ojos iridiscentes, cambian de color con su estado de ánimo. Suelen ser de un plata tornasolado. Su rostro es menudo, de rasgos suaves, dulcificados por un infantilismo latente. Unos labios rubí, llenos, voluptuosos, rompen el efecto de estar mirando a una niña. Los ojos de gema tallada, cercados por unas espesas pestañas negras son grandes y almendrados, destacando sobre la aterciopelada piel nívea de su rostro y cuerpo. Una masa sedosa de cabellos lisos azabache se balancea como un manto destellante sobre sus hombros menudos pero marcados y rodea casi su cintura. De una altura mediana, no demasiado exagerada, su cuerpo pequeño pero bien moldeado da un aspecto de fragilidad que era una farsa deliciosa. Sus muñecas y tobillos finos, quebradizos, daban paso a unas extremidades igualmente delicadas: Manos de pianista y pies de bailarina.
La inexpresión que toda ella emanaba, una corrección de etiqueta que no deja traslucir sus verdaderas intenciones, da a su persona una imagen de perfección y sosiego palpable.
Suele vestir de negro y blanco, quizá algún granate sangriento, del color de sus labios bien dibujados. Su vestuario tiene un deje fetiche, amante de la elegancia sencilla y las joyas discretas pero bellas. Son complementos para su belleza natural, no objetos predestinados a eclipsarla.


Historia:

Desde que con cuatro años sus padres llevaron a Elissabetha a ver la misa nocturna de navidad en la catedral de San Marcos en la plaza principal de Venecia, supo, con la claridad de una niña fascinada por las voces del coro sacro, que su vida sería la música.
Nació en Venecia, Italia en 1937. Nunca tuvo necesidades de dinero, su padre era el co-administrador en la ópera de Venecia y su madre era actriz de teatro de renombre. Siendo la quinta hija, la única mujer entre cinco hermanos, fue la consentida de la casa. No solo le fueron concedidos los caprichos por este motivo, sino porque con su sonrisa y su alegría llevaba la luz a la casa. Con cuatro años era una niña que había heredado la constitución frágil de una madre espigada y de elegancia indiscutible y el cabello y los ojos de un padre cuyo atractivo era el motivo de reyertas matrimoniales continuas. Se pasaba el día correteando por el palazzo, que daba a uno de los canales, los enormes ojos de plata siempre un interrogante en su mirada. El día que la llevaron a ver la misa de navidad por primera vez, devoraba su entorno a cada paso con curiosidad ansiosa. Cuando la familia estuvo sentada en el banco, los cuatro hermanos y ella, en el regazo de su madre, como una muñequita grande, vestida de tafetán granate con un lazo en el pelo negro, empezó la música. La niña elevó la mirada de donde procedía el celestial sonido y descubrió un rostro de seda que la miraba directamente mientras cantaba. Una mujer que parecía brillar más que las vidrieras y las velas de los estantes, con una larga cabellera dorada de rizos llenos, que le recortaba un rostro dulcificado por la emoción que le ponía al canto. Elissabetha no volvió a hablar durante toda la ceremonia hasta que salió de la catedral cogida de la mano de su madre y musitó, muy bajito, con voz de ángel: “Quiero ser cantante.”

Desde ese día su padre, aprovechando sus contactos, empezó a traer a los mejores tutores y profesores musicales a casa. La voz de Elissabetha resultó ponerse de acuerdo con su dueña y parecía que realmente, el deseo de la niña era designio del destino, tan claro y hermoso tenía el canto. Los hermanos mayores, que siempre habían adorado a la pequeña, se empezaron a preocupar cuando a los catorce años era imposible que su hermana saliera del palazzo para ir a coros y conciertos sin que una manada de adolescentes se enroscara a su alrededor como una hiedra venenosa que disfrutaba absorbiendo la luz que desprendía la joven Elissabetha, convertida ya en el asomo de una mujer bellísima.
Sus padres la enviaron al conservatorio de Milán, y más tarde viajó a Alemania, donde también mejoró su técnica de forma extraordinaria. Pasó cuatro años fuera de casa viajando de escuela en escuela, depurando la técnica, aprendiendo a tocar la flauta travesera y el piano y prodigando su encanto en conciertos y giras con el coro de cada conservatorio al que acudía. Estaba claro que su destino era ser una cantante de ópera famosa, y sus padres se deleitaban con la mera idea de que su hija, su única hija, la esperada, la niña de los ojos de toda la familia, era toda una estrella guía para quien posara los ojos en ella, tan conmovedora era a la contemplación del mundo su don para transmitir en la voz.

Regresó cuando cumplió los 18 y sus hermanos tuvieron que reprocharse el primer impulso al verla. Elissabetha se había convertido en la plenitud de una mujer joven que destellaba con una sonrisa de labios sensuales siempre dulce en su rostro pequeño, suave. Se había espigado y sus pechos se dibujaban firmes y generosos bajo los pudorosos vestidos que solía vestir, medio escondidos entre la abundante cabellera negra que llevaba suelta y sempiternamente lisa, sobre los hombros. Aún así, no se le conocía amoríos ni romances, sus padres declinaban a petición de la requerida toda demanda de primer contacto. El único amor para el que Elissabetha tenía ojos, era la música.
La semana después de que cumpliera los 18 años, una profesora se presentó en el palazzo de los Contarini con el estandarte de que con sus clases y su tutela en el mundo del arte musical Elissabetha tendría una fama que crecería como la espuma. La joven recibió la noticia con el mismo entusiasmo con el que recibía todas las novedades que podían mejorar su canto e interpretación. Ni siquiera le molestó que las clases tuviesen que ser nocturnas debido a la ajetreada vida laboral de su nueva profesora.
La noche en que se conocieron Elissabetha leía tranquilamente en su habitación, sentada en el sillón junto a la ventana, a la luz que ofrecía un flexo cercano. Cuando se abrió la puerta se volvió curiosa, como si todavía fuera aquella niña que se bebió la música por los ojos en la misa de navidad, y el corazón se le paró de golpe. El ángel del coro de aquella celebración con sus cabellos de oro y su cara de estatua dulcificada la miraba con los libros para la clase entre las manos. Esa noche Elissabetha se enamoró por primera vez. Cuando las dejaron solas, se levantó para recibir a su tutora con educación y le sonrió, tendiéndole la mano. Eloisa Waisner la tomó de la cintura y la atrojó hacia ella, cerrando sus labios sobre los de la joven en un beso que descendió a su cuello y penetró en lo más profundo de su alma. Elissabetha creyó que había muerto.

Pero la noche siguiente abrió los ojos.

Tras ser abraza en 1956 en su propia habitación abrió los ojos la noche siguiente en una torre desierta. Miró a su alrededor sin ver ni un solo mueble, ni una puerta. El único agujero al mundo exterior era una ventana excavada en la pared curva, idéntica. Se arrastró hasta ella, y dejó que el aire frío de la noche le golpeara la cara. De pronto se encogió contra si misma presa de una sensación desconocida, cayendo al suelo, retorciéndose. Un olor dulzón había llegado a su nariz, como una flor exótica pero infinitamente más deseable, más apetecible, como un néctar que la llamaba a gritos ensordecedores. Y con ese aroma, una garra iracunda había empezado a horadar un agujero en sus entrañas, creando un vacío rabioso, un ansia voraz. Se arrodilló y trató que sus ojos se acostumbrasen a la semipenumbra vacía de la torre. Sintió movimientos y discernió una figura temblorosa. Una jovencita sollozaba, aterrada, contra la pared, buscando un rincón que no existía en aquella sala redonda de paredes infinitas. El olor provenía de aquella chica, y ahora que la había visto, su carne tersa, sus mejillas redondas, su cabello sedoso… Todo en ella se magnificaba. El calo de su cuerpo parecía un reclamo luminoso y… El aroma… Ese aroma…
Eloisa entró por la ventana para encontrar a Elissabetha desnuda y asustada, con la cara manchada de sangre, en una poco controlada primera cena, con el cadáver justo enfrente, tapado con las ropas de Elissabetha de modo que no sobresalía ni un ápice de carne. Eloisa se inclinó a su lado y le lamió la sangre de la boca con la lengua, dándole después un beso brusco, demandante, como una orden. Elissabetha se levantó y Eloisa la cubrió con su propia capa, subiéndola en brazos. Salieron ambas por la ventana y, por primera vez, Elissabetha escuchó a su sire cantar, y era un canto que de tan bello enloquecía, que te llevaba al borde de la obsesión, de la demencia. Y, como hipnotizada, aquel canto le reveló lo que su sire no había podido decirle todavía en palabras.

Fueron veinte largos años de viajes, de conciertos y de todo tipo de lecciones. Solo durante los primeros echó de menos la joven renacida a su amada familia. Eloisa, con ayuda de su convicción sobrenatural, había dejado solucionado el problema de la súbita desaparición con la excusa de una gira y clases intercaladas en el extranjero. Las espaciadas cartas que se mandaba Elissabetha con sus familiares aquietaron cualquier sospecha y permitieron la vida seguir adelante, como si ella jamás se hubiera ido del todo y fuera a volver a vérsela entrar por la puerta cualquier día de aquellos. Con los años, primero murieron sus padres, luego sus dos hermanos mayores. Los dos más pequeños le mandaron una carta casi colérica, pidiéndole explicaciones por su no asistencia al funeral. La siguiente carta que recibió fue la notificación de su herencia, de la que tomó posesión por medio de abogados. Nunca se interesó por conocer a los descendientes de sus hermanos, los cuales solo supieron de ella lo que quedó constante en los álbumes fotográficos.
Al lado de Eloisa, Elissabetha mejoró su técnica vocal y tuvo que aprender a controlarla para que su nueva condición no fuera descubierta cuando actuaba ante mortales. Moverse entre los humanos era un arte complicado, y, junto con las otras enseñanzas básicas de la noche, Eloisa se las fue entregando entre caricias y atenciones.
La última temporada que pasaron juntas se instalaron en Verona, Italia. Elissabetha adoraba pasear por Verona, cazar con el aire cálido sobre la piel y el hecho de que, como si fueran remordimientos por un futuro que no había llegado, Eloisa permanecía la mayoría del tiempo a su lado, mostrándole nuevas curiosidades. Lo que más disfrutaba Elissabetha eran las noches en las que tras cazar regresaban a su apartamento y se acostaban, piel contra piel, entrelazadas, y Eloisa le explicaba todo cuanto ella había aprendido durante su no-vida, hacía ya mucho tiempo, todo sus conocimientos, como si, en cierta manera, usara a Elissabetha como el pentagrama donde componer la pieza autobiográfica que había cantado durante toda su vida. La noche antes de desaparecer, Elissabetha descubrió a su amante en el marco de la ventana, mirando un punto que no existía.
“¿Qué te angustia?”
“Nunca olvides todo cuanto te he enseñado, te será útil en un futuro.”

Cuando la siguiente noche Eloisa dejó la vida de su pupila para siempre, Elissabetha se derrumbó. El último resquicio de humanidad se hundió más allá del corazón de todo su ser, perdido en las aguas oscuras del olvido. Tras pasar semanas sin cazar siquiera, una noche se levantó y descubrió un pequeño cofre lleno de polvo sobre el tocador. Sobre el cofre había un pequeño broche de plata que semejaba una flauta travesera, dentro, encontró su destino arreglado en París. Aquella noche salió a cazar y dejó todo listo para su partida. Dejando a un lado las lecciones que había aprendido, todo cuanto le recordaba a Eloisa fue abandonado en el apartamento de Verona en 1980, allí quedó también la verdadera Elissabetha.
La cantante que llegó a París para trabajar en la ópera vivió dos décadas de rutinaria existencia, abstraída del mundo de los no-muertos, ajena a la vida que, como la suya, se desenvolvía en torno a la muerte. Su rostro se endureció de pena y su alma se vistió de alambre de espino.

La noche que llegó a Silentburgh, tras la caza del día, se dedicó a recorrer las calles antes de regresar a su casa en el centro histórico. La ciudad tenía su encanto. Y era consciente de que había más vampiros como ella, como Eloisa… Una mueca de disgusto torció su boca y se sentó en un diván Luís XV de su salón, esperando sencillamente a que pasara aquella noche, como tantas otras más.




Personalidad:

Correcta y discreta en público, sus verdaderas apetencias distan mucho de la norma habitual. Un sadismo y una voracidad que esconden sus movimientos felinos, fríos y calculados y que tratan de paliar el profundo desgarro que empaña su pasado. En todos los aspectos, cuando duerme a su faceta de gata persa meliflua, despierta la felina salvaje.
Detesta la vulgaridad y la falta de buena presencia y modales. La falsedad no es algo que la disguste, ella misma es una máscara viviente.
Sus aficiones son elitistas y cuidadas. Le encanta la música y el teatro. Colecciona miles de excentricidades que dispone en su casa en vitrinas y estanterías. La jardinería es otro de sus pasatiempos. Parece que el único mimo y afecto sincero que algo o alguien puede recibir de ella, se dirige a sus rosas y orquídeas.


Arquetipos: Celebrante, solitario, niño.



Ocupación:

Cantante de ópera y dueña de una empresa artesanal en Venecia.

Propiedades:

A parte de su ático en el casco histórico con todo lo que contiene, un coche con un chófer y varias viviendas en otros países, incluyendo su palazzo de cuando vivía en Venecia. Lleva siempre en la ropa un broche de plata con forma de flauta travesera. También tiene una de tamaño natural y la toca a veces, igual que el piano que tiene en su ático.

Méritos y defectos:

- Méritos: Amor verdadero, voz encantadora, gracia sobrenatural.

- Defectos: Odio, flash-backs, intolerancia.

Clan: Toreador


Disciplinas:

Auspex 3
Celeridad 2
Presencia 2

NOMBRE: Don Luis Auguet

EDAD: 59, convertido en vampiro a los 56

APARIENCIA
Ni siquiera contemplar un feto conservado en aguardiente es la mitad de repulsivo que mirar a la cara a Don Luis Auguet, el mas fiel retrato de todas las miserias humanas. La maldicion de Cain, especialmente notoria en los Nosferatu, parece haberse cebado con el, dotandole de elementos tan horribles como imaginativos: pustulas sanguinolentas, dientes perpendiculares a la boca y la coleccion completa de las infecciones de la piel (algunas de ellas repetidas); aparte de un descontrol absoluto en lo tocante a la forma, tamaño y ubicacion de sus extremidades. Sus ojos y boca son ventanas abiertas a la inmundicia, tiene una espalda torcida y rematada con una gran joroba y una colonia de hongos en su rostro que cambia de color segun su estado de animo. Por si fuera poco, ademas es bajito.

En resumen; que es mas feo que un pecado

HISTORIA
De familia de inmigrantes catalanes, Don Luis Auguet nacio en Silentburgh en 1907, siendo hijo de un enterrador y nieto de un verdugo. Ya feo de niño, tuvo que recurrir a la simpatia para tener algun tipo de relacion social. De joven trato de ser actor de cine, pero, al no tener ningun exito, no le quedo mas remedio que trabajar en el oficio paterno. A los pocos años de trabajo, Don Luis, empezo a darse cuenta de la riqueza que estaba escondida en el interior de las tumbas, y empezo a exhumarlas para expoliar los cadaveres en busca de pequeños accesorios, joyeria y, finalmente, organos y cadaveres. Sin ningun tipo de remilgo, Don Luis comenzo a desenterrar despues de enterrar todo cuerpo que caia en sus manos. Un dia, esta practica se convirtio en un problema al tratar de sacar de su tumba a un mendigo envuelto en una bolsa enterrado ese mismo dia. Grande fue su sorpresa al ver que no se trataba de un simple mendigo, sino de un hombre grotescamente deformado, y mas grande fue el hecho de que a pesar de tener medio metro de madera clavado en el corazon el muerto era aun capaz de mover los ojos. Tras habersele sacado, prudentemente, la estaca, el presunto finado decidio como agradecimiento (o algo similar) Abrazar a Don Luis y huir de la ciudad sin explicarle nada a Don Luis, no sabiendo este nunca nada mas de el.
A los pocos dias Don Luis se convirtio en la aberracion visual que es ahora, pero este "problema" nunca le parecio demasiado grave. Al poco tiempo de deambular confuso buscando a su sire, trabo contacto con el resto de vampiros de la ciudad. La reputacion de su progenitor (un nosferatu 9ª capturado supuestamente por el sabbat) y la buena disposicion de Don Luis hizo que se le admitiese en la Camarilla a pesar de ser un vampiro Abrazado sin permiso. Asi pues, Don Luis siguio con su vida, con la diferencia de que ahora duerme en las alcantarilla y que dejo su trabajo y empezo a exhumar cadaveres por libre, empezando a cambiarlos por informacion o favores a otros vampiros. Su preocupacion actual es conseguir una cierta posicion dentro de la Camarilla y entre sus compañeros de clan, pero sin hacerle ascos a ganar contactos disimuladamente entre el Sabbat; despues de todo nadie sabe que secta ganara esta guerra. Tiene tambien una cierta curiosidad por saber quienes le hicieron eso a su sire, pero no es demasiado importante para el.

ARQUETIPOS
- Superviviente
- Bufon
- Conformista

OCUPACIÓN
Traficante de organos y cadaveres para hospitales, restaurantes chinos o vampiros (mayormente Tzimizses y Tremeres o vampiros necesitados de sangre y sin escrupulos). Hace tambien pequeños favores a vampiros influyentes de la ciudad

PERSONALIDAD
Contra todo pronostico, Don Luis Auguet es feliz. Incluso en los momentos mas dificiles, es capaz de disfrutar de la vida y ver el lado bueno hasta a lo mas sordido y desagradable. De naturaleza siempre pragmatica, Don Luis se adapta rapido a nuevas situaciones. Una conciencia flexible, un instinto de supervivencia elevado y tomarse el mundo siempre con humor son sus principales atributos. No tiene demasiado interes por el poder, el dinero o la fama, prefiriendo una existencia agradable y libre de peligros. Inexplicablemente y a pesar de su desgraciado aspecto fisico, es una persona carismatica y con don de gentes.

PROPIEDADES
-Su ropa
-Su pala
-Cadaveres desenterrados
-Hurtos menores

MÉRITOS
- Obstinado
- Sentido Comun
- Sociable

DEFECTOS
- Bajo
- Entrometido
- Duro de oido

CLAN: Nosferatu

DISCIPLINAS
Ofuscacion: 3
Potencia: 2
Animalismo:2

Nombre: Gretchen Brunkenberg

Edad: 23

Apariencia: inusualmente alta, Brunken destaca sobre la media femenina con un imponente 1’82 de altura sin caer en estúpido canon de un maniquí anorexico ya que sus 70 kilos de peso dicen lo contrario. Conserva gran parte de un vigor que una vez tuvo en vida destacándose en la redondez de sus hombre y la firmeza de sus piernas, y aunque nunca fue potencialmente fuerte, el paso al otro lado cambió las tornas. No es una mujer potencialmente atractiva pero posee cierto magnetismo clavado en sus ojos glaciares y en sus aires de mujer estoica. Lleva el cabello oscuro por encima de los hombros, recto y liso siempre peinado hacia atrás.
Actualmente, su vestuario se ha visto reducido a una composición de varios elementos: cuero y negro. Habitualmente lleva tejanos desgastados o de cuero, rotos a conciencia; camisetas, camisetillas de rejilla e incluso corsés de cuero cuando la situación lo requiere como un deliberado acto de etiqueta; en la cintura tiende a llevar cinturones con piezas metálicas o cadenas cuidadosamente escogidas. Siempre lleva una chaqueta de cuero negro de cuello ancho, llena de correas y cremalleras; a simple vista parece algo ajada pero nadie tiene valor para decírselo en voz alta.

Historia: Gretchen Brunkenberg nació en el seno de una humilde familia alemana en 1894. Hija de obreros de fábrica, la infancia de Gretchen estuvo llena de acero y sudor, y no pocas penurias. Creció rodeada de hermanos varones donde la captura de un trozo de pan era una lucha diaria contra los gigantes que habitaban su casa, y aunque su padre era un consumado comunista nunca consiguió imponer orden y control en su casa.
A los 18 años contrajo matrimonio con un obrero conocido de su padre, y aunque jamás lo quiso lo respetaba por sus ideales de libertad e igualdad entre estamentos sociales. Dos años más tarde, trajo al mundo a su primera hija, una criatura pequeña y pálida a la que llamó Ingrid.
El atentado de Sarajevo y el inicio de la Primera Guerra Mundial supuso un gran cambio para todo el Viejo Imperio, incluso para hormigas sin importancia como Gretchen y su familia. En 1916 murió su padre y dos de sus tres hermanos mayores; al año siguiente, su madre falleció por fiebres junto a su último hermano. Ingrid murió de inanición con apenas 3 años de vida y de su esposo nunca tuvo noticias. Escondida en una casucha lejos de los asuntos de Potencias y Países de los que apenas conocía nada, parecía que estaba destinada a sufrir una lenta muerte junto a los restos de sus familiares. Sin embargo, parecía que la guerra se cobraría su vida de otra forma a la que ella misma hubiera esperado. La visita de un extraño en mitad de la noche sacó a la muchacha de su ausencia, alejando por un momento sus paranoias delirantes. El hombre, un gigante de piel mortecina como si la guerra se lo estuviera comiendo por dentro y ojos silenciosos se presentó como Horst Köller. Sin mediar ni una palabra, Köller ofreció pan y agua a la moribunda para después hundirle los colmillos en el cuello y arrastrarla hasta un placentero sopor, frío y oscuro.

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Las oportunidades sólo pueden ser tomadas por aquellos que demuestran la suficiente fuerza como para sujetarlas con sus propias manos y Gretchen lo hizo. Convirtió el Abrazo de Horst en una segunda vida con la que ahcer algo más que ser un mero peón. Con el paso de los años y las inesperadas e infrecuentes visitas de Köller, Gretchen se marcó un camino donde nadie pudiera decidir por ella, ni siquiera su propio sire.
Allí donde el orden recibía pedradas de los más diminutos peones, aparecía la sombra de Brunken para dar la suya propia, siempre discreta y cuidadosa en sus propios movimientos. Esperó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial para abandonar Alemania, la ocupación de Berlín por los rusos y el resto del país divido y repartido como un lastimero cadáver entre los miembros de los Aliados, fueron el detonante para hacerla dejar el país.
Finalmente y tras mucho años de bagaje, terminó cruzando el charco y asentándose en un diminuto lugar llamada Silentburgh, siempre acompañada por los miembros de su cuadrilla, todos son Brujah a los que encontró durante su deambular por Europa.

Personalidad: Brunke, como se hace llamar ahora, ha dejado muy atrás lo que una vez fue cuando todavía necesitaba respirar. Las pérdidas durante su juventud y su apresurado Abrazo han hecho que sea dura y algo distante, impidiendo que sandeces sentimentalistas lleguen a ella de una forma u otra. Suele mostrarse contundente y tajante, aunque para ello no necesita gritar; su carácter dotado de un carisma sin perfilar y una mentalidad clara y precisa hacen que sea una líder natural, de forma que sus palabras se escuchan y se obedecen.
Brunke cree, como una vez creyeron sus familiares que el poder reside en los peones y que de éstos depende gran parte del orden de las cosas. Aunque es una soñadora anarquista, sabe que el caos no es la solución a los conflictos que azotan la sociedad tanto humana como la que se esconde tras la Mascarada. No tiende a llevar a cabo sus protestas más idealizadas, aunque eso no es un freno cuando se propone sacar a los intrusos de su territorio o algún vástago despistado hace algo molesto.

Arquetipos: Arquitecto, Bravucón, Autócrata

Ocupación: Es la sombra que dirige tras el portón de “Privado” el pequeño antro de Buddy; aunque su labor más habitual es deambular por las calles del Barrio Rojo y el Barrio del Puerto, donde es la única que impone sus propias leyes.

Propiedades: Tiene un antro bien escondido en el Barrio del Puerto; una escopeta Remington 870 y una pistola de 9mm bien escondida en la chaqueta; guarda algunas cosas de Alemania guardadas bajo tierra en su refugio, además de un calotipo de su hija.

Méritos:
Voluntad de hierro
Sociable
Sentido del peligro

Defectos:
Exceso de confianza
Intolerancia (políticos y a la política, por ende)
Entrometido

Clan: Brujah

Disciplinas:

Potencia: 3
Presencia: 2
Celeridad: 2

Tema Propuesto: https://www.youtube.com/watch?v=pmm2giqiLkw